miércoles, 30 de mayo de 2012

Empezando a apagar luces...

30 de Mayo de 2012. Un día aparentemente como otro cualquiera. Todos los días que son aparentemente como cualquier otro, son especiales para alguien. Para mí éste es especial. Especialmente duro. Marca el paso del plano del pensamiento al de la acción, en referencia a una acción que me gustaría no tener que realizar. Es el mojón que señala el kilómetro cero de una nueva etapa de mi vida, un golpe de mar más en medio de una larga tormenta, o será corta, pero a mí se me hace eterna, en esa endemoniada relatividad del tiempo humano, donde un segundo puede ser eterno para un ser en una determinada situación, y donde los siglos son un segundo en la historia de la especie. Veinticuatro horas más, que cambiarán el rumbo del resto de mi vida. Pero cada segundo es así, ¿no? Hoy he iniciado los trámites para una liquidación por cierre. Una más, una de tantas, esta vez es la mía. Y ¿qué me viene a la cabeza? Pues, entre otras muchas cosas, una canción, de El último de la fila, cómo no! Ellos están siempre presentes en la banda sonora de mi vida, en mi película particular. Y oigo: “Espero lances, de la dureza / que le supongo al tiempo que está por venir / Esperanzas, que no lamentos, / barco sin agua no puede navegar./ Sobre el cauce que secó, remaré! / Sobre el polvo, al avanzar, abriré camino al mar.” Y al cantarla internamente me lanzo dentro de esa barca invisible y tomo los remos con fuerza, y me acuerdo de mi abuelo, remando día y noche en una dorna, siendo aún un niño, haciéndose hombre a base de hambre, sudor, lágrimas, frío, temporales, nieblas, chapuzones (no de placer), y siempre remando, del alba al anochecer, con sol o con lluvia, con un “cacho de boroa” y con una tabla para calentarse los pies a golpes. Y pienso en mi abuela, trabajando desde la infancia más tierna, acarreando hierba, leña, ordeñando vacas, lavando en el río, cocinando, limpiando, cuidando de siete hermanos,sin más que unos meses de escuela, sirviendo con quince primaveras en casa de los marqueses, luchando contra el tifus y contra las secuelas que de por vida le dejó, y sacando adelante a sus niñas, y luego a sus nietos. Y pienso en mis padres, y mejor no sigo...y al pensar en todo eso pienso que lucharé como ellos, humilde y honradamente, aunque no sé si estoy hecho de la misma pasta, no sé si tendré su fortaleza, pero la buscaré en mi sangre y en sus genes, para que puedan ver, desde la Tierra y desde el Cielo, que lucharon por algo, que no me olvido de quien soy ni de dónde vengo, y que me importará una mierda morir pobre, pero nunca dejaré de ser honrado. Es cierto que se quiebra un sueño, es cierto que es un período de declive, es cierto que el futuro me asusta como nunca...Pero también es cierto que hay que asumir el fracaso con deportividad e inteligencia, que aprenderé de este tortazo un montón de cosas que no voy a olvidar y que, antes o después, saldré adelante o me consumiré en el intento. El capítulo de los agradecimientos lo voy a dejar para más adelante, cuando eche el cierre definitivamente y deje de brillar, al menos por un tiempo, esa Luz do Vilar a la que, de momento, aún le quedan unas llamaradas vistosas antes de extinguirse.

jueves, 24 de mayo de 2012

Megaofeta de calzado!!!

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